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sonido celestial

CUENCOS DE CUARZO

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Los cuencos de cuarzo propician, a través del principio de resonancia, una armonización natural entre su vibración y la de las propias personas que lo sienten y escuchan. Dichas vibraciones repercuten en la columna vertebral, extendiéndose a través del sistema nervioso hasta nuestras células, tejidos y órganos, y haciendo que nuestros mismos átomos se reorganicen en una estructura cristalina más fuerte y más sana.

Los sonidos de estos instrumentos de la Nueva Era armonizan la memoria celular, equilibran los hemisferios cerebrales, limpian y fortalecen nuestro campo electromagnético (también conocido como aura), estimulan las conexiones interneuronales, restablecen el equilibrio del sistema endocrino mediante la estimulación de la hipófisis o pituitaria, y nos ayudan a alcanzar un profundo estado de silencio interior, plenitud y bienestar tanto físico como emocional.

El sonido cristalino de los cuencos de cuarzo nos permite además viajar por estados alterados y expandidos de consciencia, ralentizando la actividad cerebral a ondas alfa e incluso theta y favoreciendo la conexión con planos vibracionales más elevados y sublimes. Los cambios bioquímicos que se generan en respuesta a dichos estímulos sonoros favorecen la liberación de diferentes hormonas tales como la serotonina o las endorfinas, así como también otras sustancias endógenas beneficiosas para nuestro cuerpo y nuestra mente.

Por todos estos motivos, resultan altamente beneficiosos para el tratamiento de diversas dolencias tales como: contracturas musculares, dolores en articulaciones, fracturas, artrosis, desequilibrios del sistema nervioso, problemas circulatorios, insomnio, estrés, cálculos renales, fatiga, ansiedad, bloqueos físicos y emocionales, fibromialgias… pudiendo utilizarse igualmente para la limpieza energética de espacios físicos.

A un nivel energético, el efecto producido es de armonización, equilibrio y limpieza. Los sonidos más graves contienen más armónicos y actúan específicamente sobre los chakras inferiores, propiciando estados de relajación profunda y un sentimiento de enraizamiento y conexión con la tierra, mientras que los agudos son más intensos e inciden en los chakras superiores, estimulando nuestro organismo, activándonos, despertando nuestra intuición y conectándonos con energías más sutiles.